Las mujeres constituyen una minoría dentro de los consumidores de drogas, pero, según datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (2022), tienden a aumentar su ritmo de consumo y a desarrollar problemas por el uso de narcóticos con más rapidez que los hombres. Además, tanto las mujeres como las personas del colectivo LGTBIQ+ encuentran mayores obstáculos a la hora de acceder a tratamientos contra la drogadicción, no sólo porque el número de centros específicos sea mucho menor (e incluso inexistente en algunos países y regiones), sino porque, además, por su frecuente rol de cuidadoras, suelen priorizar la salud de las personas a su cargo por encima de la atención a su propia salud.
Circunstancias como las descritas justifican que una de las prioridades de COPOLAD III sea incorporar el enfoque de género en la prevención del consumo de drogas, la reducción del daño, el tratamiento, la rehabilitación, la reinserción social y los servicios de apoyo a colectivos especialmente vulnerables, como son las mujeres y la población LGTBIQ+.
En este contexto se enmarca el respaldo técnico de COPOLAD III a una investigación desarrollada por el Observatorio Argentino de Drogas (OAD), bajo el título ‘Estudio sobre personas que asisten a Casas Comunitarias Convivenciales, con abordajes específicos para mujeres y LGTBIQ+’. Las Casas Comunitarias Convivenciales (CCC) son centros de socialización, con posibilidad de alojamiento, para personas con problemas de adicción a las drogas, pensados para que puedan desarrollar su vida cotidiana con normalidad. Están gestionadas por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) y representan una alternativa a las instituciones de internamiento tradicionales, situándose a medio camino entre la atención sanitaria y la inclusión social.
El estudio de la OAD, basado en entrevistas realizadas a mujeres y personas del colectivo LGTBI+ usuarias de las Casas Comunitarias, indaga sobre distintos aspectos, entre ellos, los obstáculos y los incentivos para el acceso al tratamiento, el ejercicio de la maternidad, el autocuidado, la inserción laboral, la construcción de un nuevo proyecto de vida o las posibles mejoras en los dispositivos.
Los resultados de la investigación, que complementa a una anterior llevada a cabo desde la perspectiva del personal de las Casas, muestran las tensiones del encuadre institucional de los tratamientos de consumo problemático de drogas en relación al rol de cuidado de hijos e hijas en un proceso terapéutico. De este modo, el estudio aporta información valiosa para el diseño de políticas de atención a la drogadicción con perspectiva de género.
En este trabajo se han aplicado directrices recogidas en la Guía conceptual y metodológica para incorporar la perspectiva de género en los sistemas de información de los Observatorios Nacionales de Drogas, elaborada con respaldo de COPOLAD por un Grupo de Trabajo en el que participan 21 países de América Latina y Caribe.