Las mujeres solo suponen un 33% del total de consumidores de drogas en el mundo y solo suponen el 8% de la población encarcelada por este motivo. ¿Por qué es importante incluir el enfoque de género aunque los porcentajes sean menores?
Quienes nos dedicamos a lo público, sabemos que muchos proyectos incluyen la equidad, al menos, “en el papel”. A veces, de forma sofisticada, afirmamos incluirlo de “forma transversal”.
Como en FIIAPP, organismo del sistema de la Cooperación Española que lidera el Programa COPOLAD III, nos tomamos muy en serio el enfoque feminista, decidimos desde el primer momento incluir el género, teniendo en cuenta lo “transversal”, pero también acciones concretas que fomentasen la igualdad. ¿Qué ocurrió al ponernos las “gafas violetas”? Que muchas cosas cambiaron.
Desagregar datos para conocer mejor la realidad
Habitualmente, los datos sobre drogas no están desagregados. Y esto crea una versión distorsionada de la problemática de las drogas en mujeres.
En estos cuatro años, hemos trabajado en la construcción de evidencia científica junto a los Observatorios Nacionales de Drogas de América Latina y Caribe, con la inclusión del enfoque de género en ocho de ellos. Para ello creamos grupos de trabajo, hicimos formaciones y encuentros, escuchamos a muchas mujeres, intercambiamos buenas prácticas y también elaboramos una guía para incorporar el enfoque de género en los sistemas de investigación sobre drogas. Los datos y porcentajes empezaron a cambiar y también el modo de abordar estos problemas.
De los datos a los dispositivos
Por ejemplo, supimos que si bien el 45% de la población consumidora de estimulantes de tipo anfetamínico en el último año fueron mujeres, apenas un 27% de ellas accedieron a servicios de atención. No hay mucha información sobre ello. ¿Por qué las mujeres acceden menos a los servicios de tratamiento? ¿Qué estamos haciendo mal? La perspectiva de género ayuda a identificar también necesidades y buscar causas.
También observamos que la violencia de género entre las mujeres que usan drogas es mucho mayor que entre las no consumidoras. El 75% de consumidoras indica que ha sufrido violencia física, y el 45% violencia sexual. Son datos a tener en cuenta cuando se crean dispositivos de atención o incluso de acogida. O al identificar de qué género son las personas que les atienden.
El desarrollo de capacidades ha sido una constante a lo largo de estos años de actividad e intercambio entre las administraciones responsables de drogas. Se ha adaptado a América Latina y Caribe la Guía europea de respuestas sanitarias y sociales a los problemas del consumo de drogas. El ámbito comunitario ha sido clave, con formación sobre el modelo de Tratamiento Comunitario ECO2 y la guía de buenas prácticas de intervención comunitaria, que cuenta con una mirada de género.
Una preocupación creciente ha sido la necesidad de vincular más efectivamente la atención con la inclusión socioeconómica posterior, creando mecanismos y herramientas para la incorporación social diseñados especialmente para mujeres y población diversa. Queda mucho por hacer en este campo.
Desde el Programa seguimos abordando la estigmatización que sufren las consumidoras en el marco de las drogas con la elaboración de un documento de política sobre mujeres, drogas y estigma. Por ejemplo, en México, hemos impulsado una Guía de abordaje del consumo en poblaciones de la diversidad sexual, y una caja asociada de herramientas para centros sociosanitarios de atención con CONASAMA.
La región con más mujeres encarceladas del mundo
La mirada de género es sin duda relevante en el tema de la seguridad. Nadie duda que, en este sector, los desequilibrios entre hombres y mujeres son enormes. La población privada de libertad es en un 92% masculina, pero ¿qué ocurre cuando miramos el porcentaje de mujeres en Latinoamérica? Pues que en su mayoría están en prisión por delitos relacionados por las drogas, siendo la región del mundo con más mujeres encarceladas por ello. Las cifras continúan al alza, un 60% en el último siglo.
¿Y cómo hemos respondido a este contexto? COPOLAD III ha cooperado con organismos regionales relacionados con la justicia y seguridad en la elaboración de estándares, protocolos, guías e intercambios que tienen en cuenta el contexto y las vulnerabilidades de las mujeres que suelen ocupar los eslabones más débiles de la cadena del narcotráfico.
Ejemplo de ello es la colaboración con la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos (AIAMP), que en Europa corresponde a las fiscalías, para incorporar el enfoque de género en la elaboración de lineamientos en el abordaje integral de las investigaciones de narcotráfico con mujeres víctimas de trata. Un trabajo que se está aterrizando en algunos países como Brasil, Argentina y Paraguay, donde se han identificado necesidades en este campo.
Con la Asociación Interamericana de Defensorías Públicas (AIDEF) (también llamados abogados de oficio) se ha elaborado un Protocolo regional de defensa especializada para mujeres en conflicto con la ley por la comisión de delitos de drogas, que se ha adoptado ya en algunos países como Paraguay. Costa Rica cuenta, con el apoyo de COPOLAD III, con un protocolo para la Atención Integral a Mujeres en conflicto con la ley penal.
También, desde el desarrollo alternativo hemos impulsado una Guía práctica de inclusión de género en proyectos de DAIS, ya que muchas mujeres campesinas están en una situación de desigualdad en la cadena de valor del mercado de drogas.
Las políticas de drogas llevan muchos años sin tener en cuenta a la mitad de la población del mundo. La inclusión de las “gafas de género” en nuestro programa ha hecho que veamos la realidad de una manera más amplia y trabajemos por encontrar soluciones más adecuadas.
Gracias a todas las personas que estáis apoyando este proceso en ambas partes del Atlántico. ¡Feliz 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer!
Autoras: Mercedes Alonso y Arantxa Freire, técnicas del Programa COPOLAD III.